Os dejamos con la entrevista realizada a Adrián Novella que interpreta el papel de “Él”. Respuestas muy interesantes que esperamos os resulten útiles y curiosas para la profesión. Muchas gracias a Adrián por regalarnos unos minutos contestando a las preguntas, y encima, con tanto gusto, ha sido un placer releer las respuestas.
- ¿Cuál fue tu primera impresión al leer la obra?
- A: Me pareció una locura. No paraba de reír.
- ¿Qué método utilizaste para la creación de personaje (Me refiero, por
ejemplo, acciones físicas, sólo texto, animal, canción, etc…?
- A: Fue difícil porque las indicaciones de dirección fueron que no había personaje. Aunque una vez superado eso el personaje fue saliendo solo. Las acciones hacían mucho al personaje, eso unido a la idea de tener una mujer mandona hacían que corporalmente fuera un personaje pequeñito.
- ¿Fue más difícil trabajar un texto del absurdo que una naturalista?
¿Cómo viviste esta experiencia?
- A: Un texto naturalista siempre es difícil, tiene que resultar verosímil. Un texto del absurdo no tiene por qué resultar verosímil pero el personaje absurdo cree en lo que dice y siente. Eso sí, por norma parece que naturalismo sea algo trágico, un sentimiento duro del interior, eso es siempre dificil. Un personaje del absurdo no siempre es consciente de su sufrimiento. Yo me divierto más con el absurdo, desde luego. Es un juego.
- ¿Fue especialmente duro el trabajo vocal en algún momento durante la
obra?
- A: El problema de la obra en cuanto a lo vocal, es que sólo son dos personajes y mucho texto, sin parar. No considero que tenga problemas de voz, pero en los momentos más tensos, los de enfado del personaje, en los que tenía que levantar la voz, eran bastante complicados. Sobretodo porque tenía que estar por encima de la música que acompañaba la escena. No lo conseguí solventar. Rascaba bastante en esos momentos. La suerte es que no me hacía daño y cuando pasaba esa escena, volvía a la normalidad.
- ¿Cómo ha sido el trabajo físico durante la obra? Se os veía muy
agotados al terminar.
- A: La primera vez que hicimos la obra completa, me faltaba el aire. Es un no parar. No hay momento para el descanso. Así que al igual que los atletas, la cosa era coger fondo. Repetir y repetir hasta poder sobrellevar un pase entero, o como el último día, dos funciones seguidas. Aparte de pasar la obra, Cruz (Cruz Hernández, profesora de interpretacion de la ESADV) nos preparó un calentamiento, que se basaba especialmente en su "danza del viento". Aparte, nosotros repasábamos antes de empezar las distintas coreografías de la obra para prepararnos físicamente.
- La propuesta escénica, es, como menos, original. ¿Os suponía esto
alguna dificultad, o todo lo contrario?
- A: El día que Edison nos sacó las naranjas y nos dijo que las pelásemos para envasarlas, no dábamos crédito. Hasta entonces habíamos montado las escenas tal y como el autor proponía: un desayuno de un matrimonio, uno a cada lado de la mesa, leyendo. Claro, eso no funcionaba. Actoralmente no aportaba nada estar sentados y soltar texto. Así que aunque nos parecían autenticas locuras las propuestas nuevas, vimos que teníamos acciones que sujetaban al personaje. Por lo tanto fue menos dificil hacer frente al texto.
- ¿Os ha llegado a plantar cara el propio texto, debido a su carácter
absurdo?
- A: Personalmente me llegó a costar mucho aprendérmelo. No soy de los que se aprenden el texto de memoria el primer día, y que las replicas no tuvieran nada que ver con lo que yo tenía que decir, me confundía mucho.
- Particularmente este montaje, ¿ha sido difícil técnicamente? (Marcas,
luces, música, efectos, objetos, etc…)
- A: Técnicamente es difícil. El director ha exigido mucho y en ocasiones no estábamos en lo que el nos pedía. Nos era casi imposible. No todos los días uno está para hacer frente a una locura de montaje. Siempre había algo nuevo en escena, con lo cual tenías que estar muy atento. No solo jugábamos nosotros dos la escena, la música era un elemento con el que había que estar alerta continuamente, así como la luz en la última escena.
- ¿Colaborasteis, los actores, en la re-adaptación del texto original,
para crear vuestra propia dramaturgia?
- A: Colaboramos, siempre se hace. Bien por trabajo de mesa o durante los ensayos, cambiando cosas o adaptándolas a la propuesta.
- ¿Serías capaz de escoger algún momento favorito de toda la obra? ¿Por
qué?
- A: Me quedo con dos: el primero, el principio pelando naranjas, situación absurda donde las haya y sin decir una sola palabra y me guardo especialmente el momento de la bañera, el sitio más cómodo para mí y para mi personaje, pues no lo llega a tocar nadie más, además, estar resguardado por la mesa, el bigote y el gorro ayuda y por su puesto la imagen que te imaginas de ti mismo en esa situación.
- ¿Hay alguna dificultad que haya sido especialmente difícil de superar
durante la creación?
- A: ¿Dificultad? Los continuos cambios. No es que estuvieran mal, la obra iba ganando. Pero cada día había un cambio respecto al anterior. Algo que añadir. Eso confunde. Pero ya te digo, era como endulzar el dulce.
- ¿Crees que el trabajo en este montaje te ha preparado definitivamente
para probar suerte fuera de la ESAD?
- A: En este montaje sí.
- ¿Se hace duro saber que este será el último trabajo como alumno de la
ESAD que realizarás?
- A: Para nada. Ya tenía ganas de que llegase.
- A: Oficialmente no hubo. Sólo se que el director pidió un chico pequeño y una mujer grande. Alguien le recomendaría a nosotros. No lo sé.
- ¿Te quedaste con un buen sabor de boca, al terminar el último pase?
- A: Sí. Porque disfruté.
- ¿Fue fácil trabajar con tu compañera?
- A: No fue difícil. Sólo habíamos trabajado juntos una vez, en el montaje anterior, el de "Yo, ubu". Tampoco fue un gran trabajo entre los dos, pero supongo que el conocernos tanto hacia que hubiera mucha escucha entre los dos. Claro que al ser dos siempre surge algún problema, pero rápidamente se soluciona.
- ¿Y con el director?
- A: Al principio fue difícil. Nos exigía muchísimo y nos habían formado de maneras muy diferentes para estudiar en la misma escuela. Pero cuando las cosas fueron saliendo el director-dictador se fue diluyendo y el actor-renegón hizo lo mismo.
- Por último, ¿Alguna anécdota graciosa durante los ensayos o los pases?
- A: Por supuesto. El director me mandó imprimir la foto de un boy para una de las escenas. Tenía que llevar un número de teléfono. Pues puse el número de la pareja de Bea. Se diferenciaba sólo en un número. Bea se dio cuenta un mes después, durante un pase y tuvimos que parar porque no parábamos de reír.
Realizado por Rubén Felis












